Coca Cola
2009-04-15 07:03:45 UTC
Una noche, un señor muy bien vestido paró un taxi y le pidió pide al
chofer lo llevara a su casa. Al pasar por la zona rosa de la ciudad,
reparó en mujer muy llamativa, ataviada con un vestido rojo, muy
descotado, muy corto y muy ajustado, que entraba un night club.
Como la mujer le pareció familiar, le pidió al taxista que aminorara la
marcha y pasara cerca de la entrada del local. Una vez hecho esto, el
señor le pidió entonces que diera la vuelta a la cuadra y se detuviera
frente al local, y metiendo la mano en su bolsillo sacó un fajo de
billetes y le dijo al taxista:
- "Mire, amigo, aquí hay quinientas mil pesetas. Son suyas si saca a la
mujer vestida de rojo que acaba de entrar ahí. Pero, eso sí, la saca a
patada limpia, ¡¡Sin contemplaciones!!, pues esa desgraciada es mi esposa"
El taxista, que jamás había visto tanto dinero junto, aceptó de
inmediato y entró en el night club. A los diez minutos salió gritándole
toda clase de improperios a una mujer que sangraba profusamente mientras
él la arrastraba por los pelos.
El señor, que esperaba en el taxi, le echó una ojeada a la mujer y al
reparar en que estaba vestida de verde se bajó enseguida del taxi para
evitar que la confusión ocurrida le causara más daño a una inocente. Así
que corrió hasta el taxista gritándole:
- "¡Señor, señor! ¡¡Deténgase que ésa no es!! ¡¡ésa no es mi mujer!!"
Jadeando y echando fuego por los ojos, el taxista le respondió:
- "Tranquilo, amigo, que ésta es la mía. ¡Ahora voy por la suya!"
chofer lo llevara a su casa. Al pasar por la zona rosa de la ciudad,
reparó en mujer muy llamativa, ataviada con un vestido rojo, muy
descotado, muy corto y muy ajustado, que entraba un night club.
Como la mujer le pareció familiar, le pidió al taxista que aminorara la
marcha y pasara cerca de la entrada del local. Una vez hecho esto, el
señor le pidió entonces que diera la vuelta a la cuadra y se detuviera
frente al local, y metiendo la mano en su bolsillo sacó un fajo de
billetes y le dijo al taxista:
- "Mire, amigo, aquí hay quinientas mil pesetas. Son suyas si saca a la
mujer vestida de rojo que acaba de entrar ahí. Pero, eso sí, la saca a
patada limpia, ¡¡Sin contemplaciones!!, pues esa desgraciada es mi esposa"
El taxista, que jamás había visto tanto dinero junto, aceptó de
inmediato y entró en el night club. A los diez minutos salió gritándole
toda clase de improperios a una mujer que sangraba profusamente mientras
él la arrastraba por los pelos.
El señor, que esperaba en el taxi, le echó una ojeada a la mujer y al
reparar en que estaba vestida de verde se bajó enseguida del taxi para
evitar que la confusión ocurrida le causara más daño a una inocente. Así
que corrió hasta el taxista gritándole:
- "¡Señor, señor! ¡¡Deténgase que ésa no es!! ¡¡ésa no es mi mujer!!"
Jadeando y echando fuego por los ojos, el taxista le respondió:
- "Tranquilo, amigo, que ésta es la mía. ¡Ahora voy por la suya!"